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Beatriz

Santander...


Santander…

Llevaba algo más de 2 meses planeando con Javier del Olmo hacer una sesión, pero cada vez lo veía más y más complicado debido a la distancia entre Madrid y Santander, relativamente es poca, pero la justa para tener que ausentarme de casa unos días y la verdad, nunca encontraba el momento, ser madre trabajadora es lo que tiene.

Después de mucho esperar y darle vueltas, por fin me decidí, me lie la manta a la cabeza y decidí ir en un mes en el que la verdad, me venía fatal pero a veces hay que dejarlo todo para perseguir tus sueños…

Muchos días antes de ir estuvimos hablando Javi y yo de cómo sería la sesión entre risas y más y más risas, ya se intuía que no iba a ser una sesión seria para nada.

Llegó el día de ir, con una súper maleta como ya es costumbre en mí, me dirigí bien temprano hasta la estación para coger el tren que me llevaría a Santander.

Cuando llegué, ahí estaba Javi esperando y llovía, hacia buena temperatura, pero las nubes habían decidido descargar…

Una vez que fuimos al hotel, me cambié de ropa y me arreglé algo, nos dirigimos al paseo a empezar a fotear, eso sí, con mis botas que no le gustaban nada, pero… ¡para cabezona yo!

Se nos echó la hora de comer enseguida y muy amablemente, me invitó a comer, eso sí, en el MC Donals, jajajajajaj, somos gente sencilla.

Una vez cogidas fuerzas, volvimos al hotel para empezar con las fotos de boudoir.

Entre risas, empezamos a preparar todo. La habitación no era precisamente grande y empezamos a inutilizar el pequeño hall que había.

Sinceramente, hasta ahora no me había reído tanto en una sesión de fotos, hasta el punto de que hay fotografías que no puedo más de la risa, vaya dos nos juntamos, cuando nos quisimos dar cuenta era cerca ya de las 23:00h, así que a recoger todo, Javi se fue y a descansar que vaya paliza de día llevaba y había prometido que a primera hora me recogía para ir a la playa.

Y así lo hizo, al día siguiente a las 9:00 estaba ahí como un palo, para irnos a la playa a seguir con las fotos, una pequeña calita preciosa que había por allí.

Seguimos con nuestras risas y hasta un perrito que paseaba por allí se contagió de nuestro buen humor y quiso salir conmigo en alguna que otra foto.

Pero no había mucho tiempo, hice un viaje muy muy relámpago, cuando nos quisimos dar cuenta, ya estábamos en la estación esperando el tren de vuelta, no podía estar más días, eso sí, las apenas 24 horas que estuve las aprovechamos bien, foteando sin parar y riendo a más no poder.

Como digo, no fue mucho tiempo, pero surgió una amistad muy buena que a día de hoy perdura, nuestra base, reírnos hasta de nuestra sombra, Javi es una persona ante todo honesta, sencilla, amable y de muy buen corazón, encantada de haberle conocido y tenerle en mi vida…

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